Si alguien nos cuela el nuevo disco de El David Aguilar
en una pila de vinilos de la llamada por entonces “nueva trova cubana”, entre
discos de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez o Noel Nicola, da el
pego.
Y es que el nuevo ejercicio discográfico del artista
mexicano recupera no solo el espíritu de esa frontalidad que deja a guitarra y
voz al descubierto al cantautor, apenas acompañado en algunos tramos del
repertorio por arreglos de cuerdas, sino también la dulzura confesional y tan
mínima como minimalista recuerda el sonido casi de nanas para adultos que
aquellos trovadores de la Cuba revolucionaria marcaron a hierro para siempre una
línea en la canción de autor.
Eso es lo que resuena en “Agendas vencidas”, el sexto
álbum del sinaloense, y sucesor de “Reciente”, un disco publicado en el corazón
del confinamiento global y en el que abría la mano a un ramillete de estilos y
una producción que continuaba la línea ya presentada en su álbum homónimo de
2014 o en “Siguiente”. En este nuevo álbum, hay mucho del sonido de aquellos
cantautores cubanos, sí, pero también de un halo de misticismo minimalista,
casi en tono de secreto, que puede recordarnos a los álbumes más crudos de Nick
Drake, Elliott Smith o el Neil Young del “Harvest”, entre otros, o del reciente
álbum del venezolano Augusto Bracho.
Grabado en apenas dos días en el estudio Sonic Ranch de Texas,
e impulsado por Adán Jodorowsky de regresar al sonido crudo y frontal de sus
primeros pasos en la música, de álbumes que no se encuentran siquiera en
plataformas; todas las canciones están cortadas por ese mismo patrón de
sonido acústico, voz susurrada, melodías redondas y unas letras que narran un
punto ciego entre la nostalgia y la euforia, entre el romanticismo y el
naturalismo. La búsqueda de la belleza y de la paz en tiempos de guerra y
sobreinformación.
Alan Queipo.