Daba la sensación de que la deriva que estaba tomando la
música del que fuera líder de los Fabulosos Cadillacs lo iba alejando cada vez
más de aquellas señas de identidad de la banda que capitaneó durante
décadas (los ecos a The Clash, las conexiones con el ska, el surf y la salsa) en
favor de convertirse en una suerte de híbrido entre un crooner y un cantante
melódico de aquellos que poblaban las radios en los años ’60 y ’70 del
siglo pasado.
Esa deriva se tradujo sobre todo en sus tres últimos
álbumes (“Solo un momento”, “Vicentico 5” y “Último Acto”), pero lo cierto es
que pasaron muchos años (siete, concretamente) desde que publicase su último
disco. Quizá parece ahora un presagio que el título de aquel último disco
fuese “Último acto”, pero con “El Pozo Brillante”, el flamante nuevo álbum de
Vicentico, da la sensación de que el argentino se resetea a sí mismo para
encontrarse en un nuevo espacio sonoro.
En su nuevo álbum, Vicentico suena a big band: plagado de
vientos y de arreglos que lo acercan tanto los Heartbreakers de Tom Petty (en
su versión castellanizada del clásico “Ain’t Got No” que popularizó Nina Simone
se nota especialmente) como al burlesque balcánico (“FREAK”), al reggaetón
indietrónico (“¿Quién sabe?” suena como un cruce entre Damon Albarn y
Residente), a la salsa diabólica (“Tengo miedo” parece un regreso al sonido del
“Rey Azúcar” de Los Fabulosos Cadillacs), a una spoken Word casi rapera pero no
(“Rima” es quizá la canción más rara de su obra), a un brass de piano bar y
cadencia latina (“Chau Estrella”) y hasta un rock and roll salsero que recuerda
a los argentinos nuevaoleros Los Twist (“Tengo Miedo”).
Incluso cuando vuelve al redil de la canción melódica se
encuentra sonando más cerca del “Angie” de The Rolling Stones (“Cuando salga”)
o a un Johnny Cash hermanado con Peter Tosh (“Solo para mí”). Hay algo en
“El Pozo Brillante” de impredecible, de cercanía conceptual al inabarcable “La
Marcha del Golazo Solitario”. Ahora, la sensación que da Vicentico es que ha
vuelto a ser impredecible y necesario. Menos mal.