Jerry González fue un rumbero moderno. Dícese de rumbero
aquel que ha sido capaz de cantar y tocar con su quinto en una plaza del
Central Park. Al igual que su hermano Andy, amó el jazz, amó la salsa, pero sobre
todas las cosas amó la música afrocubana, la más auténtica, la que sobrevivió
como un microclima en los gigantescos edificios del South Bronx y del Spanish
Harlem por los años de los años. Así, al igual que otros entusiastas de
Gillespie, Palmieri y Patato & Totico, González aprendió a tocar la trompeta
y pasó su vida entre el tambor y la sordina, dando clases magistrales de saber
hacer rumba, guaguancó, columbia, yambú y son montuno. Esta playlist es un
recorrido por saber hacer.