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Es
una historia que nos suena: el bluesman
que murió antes de tiempo, que quedó sepultado por el olvido hasta que, a
partir de los años sesenta, las estrellas del rock (Clapton, Dylan, Led
Zeppelin
, Ry Cooder) recuperaron su repertorio y despertaron la curiosidad por
el personaje. Pero Blind Willie Johnson no fue otro Robert Johnson. Nada de
pactos con el diablo, Blind Willie solo trataba con Dios; su cancionero era
estrictamente religioso. Aunque puede que sí compartieran el gusto por, vaya,
las mujeres cariñosas.

Tejano
de 1897, cuentan que perdió la vista cuando su madrastra le lanzó lejía a la
cara, en venganza por alguna infidelidad de su padre. Aceptó su destino: los
intérpretes ciegos llamaban la atención y despertaban la simpatía de los
espectadores. Resultó que, además de ser un cantante de voz poderosa, dominaba
la guitarra, incluyendo la técnica del bottleneck.
Y aprendió a grabar discos, llevando una voz femenina como refuerzo.

Se
hacía oír en las calles y, según aumentaba su fama, también actuaba en iglesias
e incluso en ciudades del Norte, como Nueva York. Su carrera, sin embargo, se
interrumpió cuando se hundió la industria discográfica, con la Depresión.
Mantuvo una existencia modesta hasta que, en 1945, se incendió su casa de
Beaumont y se vio obligado a dormir al fresco. Puede que falleciera de pulmonía
pero en su acta de defunción especifica que la causa fue la malaria, entonces
utilizada como (brutal) remedio contra la sífilis.

 

Murió
con 48 años y ni siquiera se sabe dónde está enterrado; apenas dejó una foto y
poco más de dos docenas de canciones grabadas. Eso sí: lo bastante poderosas
para que, comenzando con Samuel Charters, abundantes investigadores se lanzaran
a peinar los barrios negros y los archivos, localizando documentos y
testimonios que rellenan algunos vacíos de su biografía.

Su
música se ha ido reeditando en LP y  en
CD; ha impactado en artistas muy alejados de sus miserias, de su visión
apocalíptica de la vida y la religión. El programa de hoy alterna las
grabaciones originales con algunas de las versiones incluídas en God don’t never change, el disco de
homenaje editado por el sello Alligator en febrero de 2016. Interpretaciones
audaces de Tom Waits, Lucinda Williams, Luther Dickinson, Rickie Lee Jones, los
Blind Boys of Alabama
o los Cowboy Junkies.