Pepecito Reyes es uno de los muchos pianistas
todoterreno, con aprendizaje académico y oficio demostrados ante cualquier
estilo o formato. Con una vida de
aventura que él supo aderezar con anécdotas que le hacía revivir con igual
intensidad lo ya vivido, fue contemporáneo de Pérez Prado, Fernando Mulens,
Juan Bruno Tarraza, René Touzet, Felo Bergaza, Bebo Valdés y muchos otros
pianistas brillantes de su tiempo. Sustituyó a Ñico Cevedo en el conjunto de
Joseíto Fernández, donde permaneció por 17 años. De ahí, quizás su más conocido
aporte: la inclusión de un intro, solo y final de piano a la Guajira
Guantanamera. Tocó con Arsenio Rodríguez, la orquesta Ideal; Fajardo y sus
Estrellas, en su formación más temprana, y más tarde por Los Rítmicos de Palma
y la orquesta Estrella de la Charanga. Vivió por más de diez años en Estados
Unidos y allí acompañó en Giras a Bobby Capó y a Daniel Santos. Por azar un día se vio acompañando al piano a
Nat King Cole, en un “sat in” en el café Metrópolis de Nueva York
y a Astor Piazzola en Concierto en Tangolandia, en Caracas y luego en
Nueva York. Por mucho que intentaron
hacer justicia a Pepecito Reyes ya con muchos años a cuestas, los CDs
producidos por los sellos Siboney (Cuba) y Yerbabuena (España), en
la estela del Buena Vista Social Club, no lograron situarlo en el primer plano
que merecía como su figura principal. Eso solo lo hizo este disco perdido y casi
desconocido que el Pepe grabara en Venezuela, cerca de 1955, en plenitud de
fuerza y desenfado pianístico. Mi
piano merengue producido y publicado por el sello venezolano Llanero
fue el único LP grabado por el pianista cubano y constituye hoy una rara joya
que atesora Colección Gladys Palmera y que hoy Desmemoriados comparte contigo.