Fernando Álvarez era capaz de cantar muy bien cualquier cosa, desde un mambo hasta un tango o una guaracha. Pero lo suyo, donde realmente fue y seguirá siendo un rey, son los boleros. Fueron ellos quienes lo llevaron a lo más alto con el Conjunto Casino, y luego a una carrera en solitario, iniciada bajo la guía de Bebo Valdés, que sería extensa y memorable para hacerlo un ícono del género. Ya cuando muchos lo imaginaban vencido, resurgió de la mano de Descemer Bueno con su disco de boleros postmodernos, su versión de Sé feliz -hoy todo un clásico- y hasta una crítica que le reverencia en The New York Times.