Fue un disco curioso, una propuesta
llamativa en medio de las muchas propuestas llamativas que hicieron Ricardo Ray
y Bobby Cruz a finales de los años 60. No hubo jala jala, ni funky, ni
boogaloo; solamente montunos y baladas: montunos dedicados a deidades yorubas y
baladas que sonaban a boleros. El disco se tituló Los Durísimos (The Strong
Ones) y así se imprimió la carátula. Pero algo sucedió tras aquel prensaje y
ese álbum acabó retitulado como Salsa y Control. Hoy es un clásico del que se
han contado decenas de historias que hoy aclararemos en La Hora Faniática.