Por
diversas razones, hay cientos de personas alrededor del mundo que
dedican su vida a la modificación corporal. En muchos casos, por
llevar piercings, tatuajes o escarificaciones, son objeto de mofa o
discriminación, aún así esta forma de vida continúa ganando
adeptos día tras día. Las antiguas civilizaciones ya lo utilizaban
hace miles de años para aumentar su estatus social, conseguir pareja
o perpetrar el miedo en sus enemigos. Sin embargo, hoy en día, los
prejuicios son enormes y los detractores opinan que no es elegante y
que dura para toda la vida, pero también lo es una hipoteca o un
trabajo sin futuro y ellos lo aceptan de manera casi automática.
A
raíz de este crecimiento surgen comportamientos que en muchas casas
son tema tabú. Andy Grey nos presenta la estigmatofilia, una
conducta sexual en la que el individuo se siente atraído sexualmente
solo por aquellas personas que han decidido que su piel debe ser un
lienzo, una obra de arte cambiante y en constante transformación.
Esto significa que si la piel no presenta cicatrices, tatuajes, ni
perforaciones, la chispa no saltará y el encuentro sexual no tendrá
lugar. Para escuchar esta hora de música no es necesario ser un
cuadro viviente pero, quién sabe, igual comienzas a sentir el
cosquilleo de la máquina de tatuar incluso cuando no la tienes cerca.
