Fatiga por decisión
Muchas de las decisiones que tomamos diariamente son de forma automática, y el resto, de las cuales somos conscientes, nos pueden llevar a un estado de angustia. Ya que el cerebro no distingue entre las decisiones cruciales de las que no, porque les brinda la misma atención, importancia, preocupación e interés. Por ello, la fatiga por decisión implica que, entre más dilemas a resolver, haya tal agotamiento mental que provoque un estado de estrés, hartazgo, cansancio y enojo.
Una persona fatigada puede encontrarse poco concentrada, comprometida y motivada, generando que pueda tomar decisiones a la ligera o la postergación, la cual genera más angustia y estrés; no se actúa, pero se mantiene la angustia, no por la importancia de hacer algo, sino de la culpa por no decidir. Lo cual dificulta desde la toma de decisiones sencillas, como la elección de la ropa que nos vamos a poner, una buena alimentación, un cambio de trabajo; hasta más complejas, como poca adaptabilidad al cambio de residencia, una separación o en qué invertir nuestros ahorros. Una mente cansada nubla el buen juicio y criterio propio.
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Psic. Zayda Rodríguez. Colaboradoras: Lucía Athie, Adriana Sánchez y Graciela Saavedra.
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