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2 Tesalonicenses 3:13
Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

Gálatas 6:9
No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.

Unas de las armas más usadas del enemigo con eficacia para derrotar a los creyentes, son el desánimo y el cansancio. De ahí, es tan oportuna la exhortación del apóstol Pablo en 2ª Tesalonicenses 3.13: “Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.” “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
Gálatas 6.9 Dos veces leemos en los escritos de Pablo la palabra cansar o no cansar. En Gálatas va relacionada con la siega. La esperanza del creyente fiel es alcanzar el premio, obtener una cosecha y eso será a su tiempo si no desmayamos. Aquí la frase “hacer bien” significa “vivir virtuosamente” o “hacer lo correcto.” Estamos de acuerdo con la Palabra que vivimos en los últimos días y el enemigo está empleando con mucho éxito su arma más efectiva que es el desánimo. Muchas veces los creyentes sufren dolores físicos, oran al Señor y él los sana; y vencen de esta manera la enfermedad. Otras veces pasan por necesidad económica (algo muy común al ser humano) y también vencen con la oración, pues presentan sus peticiones al Señor, le declaran sus promesas y él les suple; pero viene el desánimo y a veces eso les vence.
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.” Génesis 25.29, 30 Esaú era hombre del campo y porque andaba en su propia fuerza se cansó. Él representa a la vieja creación que no echa mano de las bendiciones de Dios. Le faltó la fuerza y despreció la primogenitura. El camino en que andamos es largo, necesitamos fortalecernos en el Señor y en la potencia de su fortaleza para poder llegar a la meta. La nueva creación (Jacob) es reposado, quieto, se renueva de día en día, tiene en Dios su fuerza y va de poder en poder; pero la carne (Esaú) fácilmente se cansa. “Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca…Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida?” Génesis 26.34, 35; 27.46
La palabra “atemorizar” es “fatigar” o “desmayar.” La incredulidad nos fatiga y desmayamos, por eso, necesitamos desechar todo espíritu de incredulidad. Todos los instrumentos del enemigo son para infundir desánimo en el creyente; pero de cada situación la única salida es el Señor. “Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.” Mateo 15.32 Cuán diferente es la actitud del Señor de la que Saúl mostró.
Por causa de la prohibición carnal de Saúl el pueblo tuvo que pecar comiendo la abominación. Jesús no quiso que el pueblo desmaye en el camino. La voluntad de Dios es que cada día cobremos mayor ánimo; pero el enemigo sabe que ya no puede tocar nuestra vida, pues está escondida con Cristo en Dios. Entonces se pone en el camino y quiere fatigarnos con las luchas, cansarnos de tomar pasos de fe, de seguir fieles en esta senda, para que nos desmayemos.