Que las abundantes misericordias e inagotable gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con la vida de cada uno de ustedes amados hermanos.
A la luz de lo que estudiamos la semana pasada, no cabe duda que nos encontramos en tiempos peligrosos. Tiempos donde la iglesia se encuentra bajo el constante ataque de falsas doctrinas promovidas por hombres que resisten y se oponen a la verdad de Dios. Es evidente que nuestra sociedad y particularmente las iglesias están plagadas de todo tipo de engaños y engañadores.
Ahora bien, ante esta continua embestida de error que se cierne a nuestro alrededor es de suma importancia que el pueblo de Dios este firmemente anclado sobre la verdad de la inspirada, infalible, inerrante y eterna palabra de Dios. Dicha palabra está contenida en las páginas de la Biblia.
La palabra de Dios es el fundamento firme sobre el cual debemos edificar nuestras vidas. La palabra es el instrumento que Dios escogió para obrar poderosamente en la vida de sus hijos para transformarles y capacitarles que puedan llevar a cabo Su voluntad y propósitos.
Esta semana veremos cómo podemos combatir el engaño del mundo, de los falsos maestros y aun de nuestro propio corazón al convertirnos en personas que están firmes en la Santa Palabra de Dios.
