Cipriano de Cartago, un influyente líder cristiano y obispo del siglo III escribió las siguientes palabras:
"Desde el momento en que encontré la gracia de Dios y acepté a Jesucristo como mi Salvador, mi corazón ardió con pasión por la palabra de Dios. Me sumergí en las Sagradas Escrituras, estudiándolas con diligencia y devoción. En cada página encontraba un tesoro de sabiduría divina y una guía para mi vida. Las noches eran cortas para mí, ya que mi anhelo por conocer más y más de la palabra de Dios no conocía límites.
La palabra de Dios se convirtió en mi alimento diario, nutriendo mi alma y fortaleciendo mi fe. En ella encontré consuelo en tiempos de tribulación, dirección en momentos de confusión y aliento en medio de las dificultades. No había mayor gozo para mí que compartir la Palabra con mis hermanos y hermanas en la fe, enseñándoles las verdades eternas y animándolos a vivir según los preceptos divinos.
A medida que crecía mi amor por la palabra de Dios, mi vida comenzó a transformarse. Sus enseñanzas moldearon mi carácter y me llevaron a buscar la santidad en todas mis acciones. La palabra de Dios se convirtió en la vara que guiaba mis decisiones y el faro que iluminaba mi camino. En ella encontré el modelo perfecto de amor, perdón y compasión, y me esforcé por reflejar esas virtudes en mi trato con los demás."
Que de la misma manera nuestra vida sea un testimonio vivo de amor y pasión por la palabra de Dios. Es mi oración que hoy podamos ser inspirados y desafiados a buscar la verdad de Dios y a vivir de acuerdo con ella. ¡Amen!