Saludos amados hermanos, que la gracia, la misericordia y la paz de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo sean con sus vidas. Que el Señor les conceda seguir creciendo en el conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.
En nuestros últimos estudios del libro de Nehemías hemos visto de manera evidente como Dios obró en el pueblo de Israel. Primeramente, permitiéndoles reconstruir la muralla de la ciudad en tiempo récord y luego trayendo un avivamiento espiritual sin precedentes en la nación. Este avivamiento se mostró en el fervor del pueblo por escuchar y comprender la palabra de Dios. De la mano de este despertar, Dios también levanto maestros fieles para satisfacer la sed espiritual del pueblo.
La exposición de la palabra de Dios, recibida por corazones receptivos y humildes dio como resultado los frutos espirituales que Dios quería producir en Su pueblo. Dichos frutos fueron convicción de pecados, confesión de los mismos, arrepentimiento y un compromiso para vivir conforme a la voluntad de Dios.
El deseo de los israelitas por hacer la voluntad de Dios llego al punto de que decidieron plasmar por escrito su compromiso de vivir para Dios. El contenido de ese pacto es lo que estaremos estudiando el día de hoy y en el aprenderemos sobre aquellas cosas en que Dios quiere que le seamos fiel.
