Una de las razones por las cuales la iglesia de Corinto estaba dividida era porque en sus corazones habían levantado a hombres a posiciones de prominencia que no les correspondían. Para corregir este problema, Pablo les indica como es que la iglesia debe de considerar a las personas que hacen la obra de Dios. Servidores y administradores de Dios es como un verdadero ministro de la palabra debe ser visto. Todos los hombres, aun los que sirven en la iglesia, somos imperfectos y muchas veces hacemos cosas motivados por las razones incorrectas. Debido a esto, debemos de esperar que sea Señor quien juzgue la obra de cada uno y no tomar este rol nosotros. Fácilmente podemos terminar alabando algo que delante de Dios es detestable. Añadido a esto, Pablo le muestra a los Corintios el ejemplo de humildad que como siervos de Dios ellos les habían dado y como en lugar de buscar prominencia habían venido a ser como la escoria del mundo. Haciéndoles ver, a través de dicho ejemplo, que esta actitud que tenían de buscar prominencia y dividirse era evidencia de que estaban cayendo en el pecado del orgullo.