La semana pasada vimos al pueblo de Dios unido, llevando a cabo la obra de Dios en medio de gran oposición por parte de los pueblos vecinos enemigos. Pero vimos como el Señor frustro sus planes y le concedió al pueblo continuar en la labor. En la conclusión del capitulo 4 vemos al pueblo de Dios unido, listo para defender a sus hermanos y la obra de Dios en caso de ataque. Los vemos trabajando y cuidándose mutuamente a pesar de las amenazas que estaban recibiendo.
Ahora bien, uno pensaría que la oposición para que se realice la obra de Dios vendria únicamente de afuera, pero lo triste es que no siempre es asi. En ocasiones la oposición viene de adentro, del mismo pueblo de Dios. Y eso es justamente lo que estaremos viendo el dia de hoy en el capitulo 5 de Nehemías. En este texto examinaremos como el pecado de avaricia estaba dañando la obra de Dios.
La oposición interna en la obra de Dios procede del pecado que esta en nosotros, el cual nos engaña y nos conduce a llevar vidas egoistas que daña a los demas. Es sabido que la división y el desanimo en la iglesias proviene de conflictos generados por situaciones que los hermanos no resuelven, por pecados de los cuales los hermanos no se arrepienten, o por falta de perdon y orgullo.
El Señor Jesucristo nos salvo para que fuéramos uno, para que viviéramos en paz los unos con los otros y para que en este contexto de amor le sirviéramos fielmente. El Señor quiere que mostremos Su gloria a traves del amor, perdon, misericordia y cuidado que nos mostramos; no que vivamos peleando los unos con otros.