Felicidades madres en su día. No hay duda de que el amor, el consuelo de una madre hacia su hijo es tan especial que hasta Dios hace uso de su ejemplo para hablarnos de su amor, de su consuelo hacia su pueblo como lo podemos ver en sus palabras dichas en Isaías 66:13: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.” Aunado a esto, el Apóstol Pablo le dice algo bien interesante a su discípulo Timoteo en cuanto a su madre: “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2 Timoteo 1:5. Esto nos enseña que mezclado a ese consuelo de madre del cual Dios nos habla en Isaías, debería haber una fe no fingida que la madre tendría que transmitir a su hijo y eso es lo que Pablo expresa que hizo la madre de Timoteo.
Lastimosamente en nuestros días vivimos en medio de una sociedad rebelde e irrespetuosa a la autoridad y creo que eso se debe en gran parte a madres que no están transmitiendo en sus hijos esa fe no fingida que proviene de Dios, madres que con su mal ejemplo niegan esa fe que podría estar en sus corazones.
Esta mañana quiero tocar ese tema enfocándolo en una de las áreas más importantes que tienen que ver con el ejemplo que las madres deben de dar a sus hijos en las relaciones familiares especialmente en su papel como esposas.
Que el Señor sea glorificado a través de este mensaje. ¡Felicidades madres!