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La semana pasada estudiamos como los creyentes en Cristo debemos mostrarnos el amor unos a otros absteniéndonos de ciertas libertades que tenemos, para no ser tropiezo para aquellos hermanos que aun no tienen la madurez necesaria para participar de dicha libertad. Continuando con esa misma idea, en la sección que veremos el día de hoy, Pablo va a ilustrarnos dicho principio con un ejemplo de su propia vida. Pablo, como apóstol de Jesucristo, tenia la libertad de pedirles a los Corintios que lo apoyaran económicamente en su ministerio. Sin embargo, en ningún momento hizo uso de este derecho, para no poner obstáculo a la predicación del evangelio de Cristo. Ahora bien, aunque el punto principal que Pablo quiere comunicar en estos pasajes es como él renuncio a su derecho a ser sostenido económicamente por la iglesia de Corinto para no estorbar la predicación del evangelio. Al mismo tiempo va a mostrarnos la validez de ese derecho y nos dará varias razones por las cuales la iglesia debe apoyar a los siervos de Dios en la obra que les ha sido encomendada. En otras palabras, aunque la actitud de un siervo de Dios no debe ser la de exigir una paga por su trabajo. La iglesia, por otro lado, debe tener la disposición de proveer para las necesidades de aquellos dedicados al ministerio del evangelio debido a que es un mandato del Señor.