Saludos amados hermanos, que la gracia, la misericordia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo este con sus vidas. En los textos anteriores al que estaremos estudiando esta semana, el apostol Pablo nos ha venido hablando de las tribulaciones, apuros, persecuciones y peligros que los siervos de Dios experimentan al llevar el evangelio. Sin embargo, al mismo tiempo nos ha mostrado que aunque es cierto que hay muchos sufrimientos que se vienen sobre la vida de aquellos que sirven al Señor, también hay muchas razones como para no desmayar y perseverar en el ministerio.
Primero, es un privilegio grande el que el Señor nos ha dado de poderle servir. Segundo, la gloria y el poder de Dios se manifiesta en esos momentos de fragilidad y aflicción. Y tercero, las aflicciones de este tiempo son temporales y se ven leves en comparación con la magnitud del peso de gloria que estas producen.
En el pasaje que estaremos exponiendo el dia de hoy Pablo continua desarrollando este tercer punto. Y va a proseguir a mostrarnos en que consiste ese más excelente y eterno peso de gloria por el cual vale la pena sufrir.
