En las ultimas semanas hemos visto como el apóstol Pablo le recuerda a la iglesia de Corinto el ejemplo que les dio al llevarles la Palabra de Dios, estando dispuesto a renunciar a sus derechos, hacer sacrificios y esforzarse grandemente con tal de no poner obstáculos a la predicación del evangelio sino mas bien expandirlo. El propósito de esto era ayudar a la iglesia a entender como es la vida de amor que los creyentes deben de llevar. Pablo les muestra que la forma de servir a Dios es muriendo a los deseos personales por el bien de los demás. Con esto Pablo estaba confrontando el serio problema de orgullo que tenían los Corintos, el cual los llevaba a buscar de continuo únicamente su propio beneficio.
En el texto que estaremos estudiando este fin de semana, Pablo continua con la misma línea de pensamiento y usa el ejemplo del fracaso espiritual de Israel para mostrarle a la iglesia la importancia de vencer el pecado en sus vidas. Israel fracasó por no aprovechar las bendiciones del Señor para que pudieran convertirse en instrumentos para Su gloria entre las naciones.
Nosotros debemos aprender de su ejemplo, y no volvernos soberbios. Sino revestirnos de humildad y aprovechar la gracia de nuestro Dios, afirmándonos en Su soberanía, fidelidad y promesas para no caer y estar firmes en la fe.
