El Evangelio es un mensaje íntegro. Esto quiere decir que Dios no se contenta con ocupar solamente un rincón en nuestra vida. No le basta con encontrar cierto lugar en nuestros pensamientos; más bien quiere trascender todo nuestro ser: nuestras actitudes, nuestra manera de pensar, nuestras acciones, decisiones, metas y visiones. Si sólo le servimos con la mente, sin que esto muestre consecuencias en el diario vivir, nuestra vida espiritual anda coja.
En esta edición reflexionaremos sobre cómo podemos seguir a Cristo íntegramente, caminando con ambos pies. Además, nos desafiarán los testimonios de hombres que vivieron una fe íntegra hasta las últimas consecuencias.