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Oliver Cromwell (1599-1658), un político inglés de alto rango, había condenado a muerte a un hombre por un crimen en contra del estado. Cromwell ordenó: “Cuando suene la campana de la catedral a las seis de la tarde, el condenado será decapitado”.
Mucha gente curiosa se había reunido en la plaza de la catedral para ser testigos de la ejecución. La aguja del reloj se acercó a las seis, todos esperaron con tensión el tañido de campanas, pero no se dio. Un silencio insoportable se extendió. Finalmente una delegación fue enviada al campanero, pero éste estaba jalando la cuerda con fuerza, como siempre.
Cuando algunos subieron al armazón de campana para averiguar lo que estaba pasando, se les presentó una escena terrible: Una mujer colgaba del badajo de la campana y era golpeada de un lado al otro – ella se había convertido en un silenciador vivo. Detuvieron la campana y la mujer se desmayó. Era la esposa del condenado.
Cromwell se conmovió profundamente y puso el condenado en libertad. El amor y el sacrificio de su esposa fueron el argumento en contra de su ejecución y le salvaron la vida.
Jesucristo también hizo un gran sacrifico de amor. Su muerte sustituta nos libra de nuestra culpa. En esta edición de Mensaje de Paz descubrirás más detalles asombrosos acerca de la gracia de Dios. Te deseamos una lectura inspiradora y bendecida.