“Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo” (Proverbios 15:15).
Hijos de Dios felices y agradecidos ejercen una gran atracción sobre sus prójimos. A mí por lo menos me gusta vivir con esta clase de personas radiantes. Por eso queremos una y otra vez recordar las grandes y buenas obras de Dios y alabar su nombre. Incluso los problemas, penas y dificultades no nos pueden tapar la boca, si contamos con que todas las cosas nos tienen que ayudar a bien (Romanos 8:28).
El famoso predicador inglés Spurgeon dijo: Algunos cristianos se entregan a la inclinación enfermiza de mirar siempre todas las cosas desde las desventajas. Ponen mucho peso en lo triste y desagradable que les ha sucedido, en vez de poner su mira en lo que Dios ha hecho en ellos. Si preguntan a estas personas por la impresión que tienen de la vida cristiana, entonces les describen sus luchas continuas, sus pruebas difíciles, su triste destino y las muchas tentaciones para pecar. Pero apenas hablan de la gracia y ayuda que Dios les concede. Sin embargo, un cristiano cuya alma está sana va acompañado de alegría y dice: “Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres” (Salmos 126:3).
Dos excursionistas llegaron cansados a un refugio en las montañas y se percataron de un jarro de leche en la mesa. El primero miró adentro y se quejó: “Ay, está medio vacío”. Pero el otro exclamó encantado: “¡Gracias a Dios está medio lleno!”. Entonces tomó agradecido el jarro y se fortaleció.
¿Cómo actúas tú?