Desorientada, Amanda mira las piezas de su rompecabezas. No sabe por dónde empezar ni por dónde seguir. Finalmente levanta la pieza “valores” y la pone en el medio. A sus lados coloca las piezas “talentos”, “carácter”, “familia” y “logros”. Amanda se detiene un momento y mira su obra. Sí, se ve bastante bien. Satisfecha y con una sonrisa sigue colocando las siguientes piezas: “reputación”, “apariencia” y “profesión”. Por último, le queda la pieza “sueños” que llena el vacío en la esquina derecha. ¡Ya está el cuadro completo de su identidad! ¡Por fin sabe quién es! Mientras Amanda todavía contempla feliz el rompecabezas, un temblor sacude la casa. ¡Un terremoto! Asustada Amanda mira cómo su “identidad” se cae en pedazos. ¿Por qué sólo había armado el rompecabezas sobre un simple cartón colocado en sus rodillas?
En algún momento de nuestra vida, todos cuestionamos el porqué de nuestra existencia y tratamos de armar nuestra identidad. Buscamos las diferentes piezas que definen quiénes somos y nos alegramos cuando finalmente sabemos qué es lo que determina nuestro ser y nuestro valor. Pero, ¿qué pasa cuando los problemas y conflictos sacuden nuestra vida? ¿Se desmenuza nuestra identidad? ¿O la hemos construido sobre un fundamento que resiste aún en los peores momentos?
En esta edición de Mensaje de Paz te invitamos a reflexionar sobre tu identidad y a configurarla sobre el único fundamento inquebrantable: Jesucristo.