Un grupo de excursionistas llegó a un río. Una voz les dijo: “Tomen tantas piedras del río como deseen, luego crucen el río y sigan. Van a alegrarse y van a arrepentirse”. Las reacciones fueron variadas. Algunos tomaron tantas piedras como pudieron cargar, incluso cuando ya tenían una pesada carga de artículos necesarios para acampar. Otros se contentaron con un puñado. Y otros razonaron que ya tenían suficientes dificultades en la vida como para cargar piedras y que no necesitaban más carga. Después de haber cruzado el río y caminado algunos kilómetros, las piedras se convirtieron en esmeraldas. Todos los que habían cargado piedras estaban muy alegres por todas las que habían juntado, y arrepentidos de no haber tomado más.
Lo mismo ocurre con el compromiso con Cristo. Cuando lleguemos al cielo y estemos delante de Dios, estaremos contentos por la medida en que hayamos entregado nuestras vidas al Señor Jesucristo. Y estaremos arrepentidos de no haberle dado más.
Por amor a nosotros, Jesús entregó su vida sin reservas. En la cruz del Calvario, el Hijo de Dios pagó el castigo de
nuestra maldad. Su muerte atroz pide una respuesta de ti y de mí. ¿Nos rendimos por completo a nuestro Señor y Salvador en gratitud por lo que Él hizo por nosotros? ¿O solo abrazamos la salvación sin querer que Cristo sea nuestro Rey? ¡Será únicamente ganancia para nosotros si nos rendimos por completo a nuestro Señor y Salvador!
“No es tonto el que da lo que no puede retener, para ganar lo que no puede perder”. (Jim Elliot)