Cuando el Señor Jesucristo después de resucitar de los muertos apareció por primera vez a sus discípulos, los saludó con “Shalom”, lo que quiere decir “Paz a ustedes”. Por un lado, esta fórmula era el saludo común en esos tiempos. Por otro lado, el saludo de Jesús significaba mucho más que un buen deseo. Él nos trajo la verdadera paz mediante su crucifixión, su muerte y resurrección. Si miramos atrás, hacia nuestro pasado cercano, nos puede parecer una utopía hablar de la paz.
Muchos países latinoamericanos sufrieron situaciones muy difíciles, olas de indignación y agresión, disturbios, peleas e incluso muertos. ¿Cómo podemos querer hablar de la paz frente a ese panorama? Ahora más que nunca tenemos que hablar del Shalom que Cristo trae. Esta paz es diferente a la que este mundo nos puede ofrecer. Si la recibimos, puede cambiar realmente nuestro mundo.