Un día caluroso de verano, un viajero tocó sediento a la puerta de una choza y pidió un vaso de
agua. Una mujer, rodeada de tres niños en harapos, le entregó lo solicitado. Su aspecto le reveló la miseria en la que vivían. Al alejarse, el viajero dijo a media voz: —Si solo supieran qué tesoro está escondido en su casa. La mujer quedó paralizada y pensativa. ¿Un tesoro?
Entonces empezó a buscar en toda la casa. Cierto día, cuando sacó algo de un armario, cayó un libro grande al piso. ¡Era una Biblia! Su mamá había escrito su nombre en la portada del libro y las palabras: “Más valioso que el oro” (Salmos 19:10)....