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¿Recuerdan esas cajas de música que al abrirse emiten una música dulce y austera con la que hacen las delicias de niños y mayores? En la velada del pasado miércoles programada por la Sociedad de Conciertos, Vladimir Spivakov (violín) y Alexander Ghindin (piano) destaparon su personal caja musical para deleitar a los asistentes con un programa de envergadura interpretado con la pulcritud característica de la escuela rusa.

El programa preparado por estos dos 'gigantes' de la música de las últimas décadas fue de los que hacen afición: piezas de gran contraste entre sí, en las que se combinan las más conocidas del repertorio para los respectivos instrumentos ("Sonata para violín y piano en La Mayor" de Cesar Franck, "Sonatina núm. 2" de Frank Schubert) con otras menos habituales en nuestras salas de conciertos ("Spiegel im Spiegel" de Arvo Pärt).

Colosal estuvo Ghindin en la obra que abrió el concierto, la "Sonatina para violín y piano número 2 en La menor Op 137 D385" de Frank Schubert, acompañado al violín por un Spivakov de guante tan blanco como su elegantísima cabellera.

Como corresponde a la escuela rusa, y Spivakov es uno de los más grandes, virtuoso entre virtuosos pero sin caer en el exhibicionismo, el violinista mantuvo el porte sereno y elegante a través de dos piezas de gran distancia compositiva entre sí: la "Sonata número 2 para violín y piano" de Béla Bartók y "Spiegel im Spiegel" del estonio Arvo Pärt.

La primera es una obra característica del estilo del compositor húngaro, plena de contrastes y de referencias a la música de su país, aunque dotada de un aire rapsódico en el que afloran elementos jazzísticos y dodecafónicos. Spivakov y Ghindin iniciaron la segunda parte del concierto con una de las obras más conocidas de Pärt, quien la dedicó precisamente a Spivakov en 1978. "Spiegel in Spiegel" pertenece a la segunda etapa compositiva del estonio, una etapa caracterizada por sus 'tinntinabuli', esto es, sonoridades de extrema simplicidad con las que persigue la belleza y la austeridad musicales, similares a las emitidas por esas cajas de música a las que aludíamos anteriormente.

Fue en la Sonata en La M (1886) de César Franck donde vimos a un Spivakov más emotivo, debido sin duda a la intensidad expresiva de una obra cumbre del romanticismo tardío, y dotada de un carácter cíclico tanto en el plano temático como en el rítmico; características todas ellas que la han afianzado en el repertorio camerístico.

La magnífica velada musical concluyó de forma redonda, pues los músicos fueron generosos en las propinas, regalando a la entregada audiencia tres perlas delicadísimas: un arreglo para violín y piano de la "Habanera" de Ravel, una "Danza húngara" de Johannes Brahms y la "Marcha sentimental en memoria de Margarita" de Frank Schubert.

Dado que el personal de sala del teatro no permite la grabación de ningún fragmento sonoro, deberemos contentarnos con escuchar una grabación de Spivakov y Ghindin del primer movimiento 'Molto moderato' de la "Sonata número 2 para violín y piano Sz 76" de Béla Bartók procedente de los archivos históricos de Alicantissimo.