
A don Ramón Egío, párroco de la concatedral de San Nicolás, le asombra el poder de convocatoria de la música. Esto se nota porque cada vez la utiliza más en los servicios litúrgicos ya sea en forma de acompañamiento al órgano o en esos platillos de efecto dramático que suenan durante la consagración de la Eucaristía.
Al término de la misa de ocho del pasado sábado, don Ramón andaba admirado por lo que acontecía en su parroquia: cientos de feligreses se apiñaban y abarrotaban hasta el último rincón en lo más alto del templo, dispuestos a presenciar la actuación de una señora portuguesa cuya música seguramente desconocía. La ocasión no era para menos: la Diputación de Alicante iniciaba el ciclo Otoño Cultural organizando allí un concierto gratuito de la mítica cantante de Madredeus.
Teresa Salgueiro comenzó el recital con "La Serena" (La sirena), un tema que representa un guiño a esa sonoridad que enamoró al mundo en la década de los 90 y que prácticamente la ha convertido en patrimonio de la Humanidad. Tras unos compases introductorios, su voz se elevó, melancólica, majestuosa y sobrecogedora, por entre los arcos y bóvedas de la Concatedral.
Sin embargo, la Salgueiro no está dispuesta a vivir de su pasado artístico más cercano sino que en los dos últimos años, cual estrella de relumbrón que es, se permite cantar esos temas de la música popular que más le agradan. Primero lo hizo con La Serena, espectáculo que presenciamos el sábado en Alicante, acompañada por un percusionista y el quinteto de cuerda Lusitania Ensemble; después con "Vocé e eu", disco publicado en 2007 en el que interpreta temas de la música brasileña junto al Septeto de Joao Cristal.
En La Serena, Teresa Salgueiro recurre a una liturgia para envolver conceptualmente el rosario de temas populares de la segunda mitad del siglo XX que interpreta: la sirena mitológica se sumerge en las aguas de ese Océano Atlántico tan querido por ella para viajar hasta las riberas de Italia, Francia, Portugal, África, México, Brasil y Argentina, donde cautiva a los lugareños apropiándose de sus canciones.
Cierto que su voz luce menos; no llega a sobrecoger como en la etapa melancólica y fadista de Madredeus, pero a ella se la ve feliz, cercana, y el público le agradece la selección de unos temas que quizás haya escuchado en toda una vida, desde "Caruso" de Lucio Dalla, pasando por "O leaozinho" de Caetano Veloso, hasta un conmovedor "Avec le temps" de Leo Ferré en el que una lágrima, apenas perceptible, asoma en el rostro de la diva.
De ahí al final, se sucede el rosario de éxitos saltando de una orilla a otra del océano en una travesía que llega a su feliz puerto de destino (tal vez el mismo que don Ramón predicaba en su homilia) con dos perlas del repertorio baladista, "Unforgettable" y "La vie en rose", que inmortalizaran Nat King Cole y Edith Piaf, otros dos grandes de la música popular.
Escuchemos, admiremos a Teresa Salgueiro y Lusitânia Ensemble interpretando "La serena" en la concatedral de San Nicolás de Alicante.