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El concierto que ofreció el Cuarteto Küchl el pasado miércoles 23 dentro de la temporada de la Sociedad de Conciertos recordó y mucho al ofrecido al inicio del ciclo (25 de octubre) por otro cuarteto ilustre, el Cuarteto Kopelman. Las semblanzas no sólo se reducen a la edad similar de los instrumentistas (nacieron en la generación de 1950 y comenzaron a despuntar en la década de 1970) sino a la extraordinaria calidad de su interpretación y a la envergadura del programa ofrecido.

Si los "Kopelman" ofrecieron un programa integrado por obras de tres de los más grandes compositores rusos (Borodin, Shostakovich y Tchaikovsky), los "Küchl" se decantaron por dos de los compositores más emblemáticos de la tradición vienesa (Schubert y Beethoven), entre los que intercalaron una obra del poco conocido en estos lares compositor húngaro Mihaly Mosonyi (1815 - 1870), continuador de la música romántica germánica.

De Schubert, el cuarteto de músicos de la Filarmónica de Viena integrado por Rainer Küchl (primer violín), Eckhard Seifert (segundo violín), Heinz Koll (viola) y Gerhard Iberer (violonchelo) ofrecieron una delicadísima versión de su "Cuarteto Número 9 en Sol menor D173", dotada de un sentido del ritmo y de la expresividad admirable.

Siguió el "Cuarteto de cuerdas número 7 en Si menor" de Mihaly Mosonyi, obra de interesantes contrastes entre los movimientos, y del que destacó la prístina rendición de ese tercer movimiento 'Scherzo' cuyas secciones se distinguen por un alegre tema en pizzicato. Cerró la pieza un 'Adagio assai - allegro molto' entre romántico y trepidante.

Bastaron las primeras notas de la segunda mitad para que el público se diera cuenta de que iba a presenciar algo sublime, igualmente anclado en la tradición vienesa pero de esencia radicalmente distinta. Eran los primeros compases del "Cuarteto de cuerda en La menor Op 132" de Ludwig van Beethoven, obra de gran audacia compositiva (al igual que los demás cuartetos tardíos del genio de Bonn) incomprendida en el momento de su estreno, y que hoy en día muestra una modernidad asombrosa.

Los profesores del Cuarteto Küchl ofrecieron una versión absolutamente antológica del "Cuarteto Op 132", dotada de una tensión dramática sobrecogedora. Destacó especialmente el tercer movimiento 'Molto adagio', cuyas cinco secciones se abren en un tono elegíaco y lírico que da paso a temas plenos de optimismo y deudores del gran Bach.

Una propina en forma de un movimiento de uno de los cuartetos de Brahms puso el broche de oro a la interpretación del Kuchl Quartett en el liceo alicantino. Escuchemos, pues, un fragmento de ese 'Molto adagio' del "Cuarteto Op 132" de Ludwig van Beethoven que sonó el pasado miércoles en el Teatro Principal.