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"Cosí Fan Tutte" de Wolfgang Amadeus Mozart
Sinfonietta y Ópera de Cámara de Varsovia

La ópera, como el resto de las artes escénicas, es un mundo fascinante: si los actores logran trascender la mera concatenación de una serie de escenas individuales o colectivas, el efecto global es sorprendente y emocionante.

Algo así sucedió en la representación de "Cosí fan tutte" por parte de la Sinfonietta y la Ópera de Cámara de Varsovia en el Teatro Principal del pasado miércoles 4.

Los inicios resultaban titubeantes: los actores no acaban de conectar entre sí, sus miradas vacías apuntaban en demasía al techo del coliseo y faltaba tensión dramática. Un correcto terceto 'Soave sia il vento' y las arias 'Come scoglio' de Fiordiligi (interpretada admirablemente por la joven soprano Anna Wierzbicka) y 'Un aura amorosa' de Ferrando (¡qué hermosa voz de tenor la de Tomasz Krzysica, bien equilibrada!), recondujeron una representación que alcanzó su primer clímax mozartiano en el largo Finale del Acto I.

No obstante, la compañía había reservado lo mejor para el Acto II. La sucesión de escenas dejó paso a una representación total, plena de sentimiento y de tensión teatral. Claro que a ello ayudaba la creación de Mozart: en este acto, cada uno de los personajes expresa unos sentimientos complejos y los dilemas a los que se enfrenta por el enredo en el que se halla. Aquí, los solistas de Varsovia rayaron a gran altura en sus intervenciones, que culminaron en el aria rondo 'Per pietà, ben mio, perdona' de Fiordiligi. También, muy destacable la excepcional caracterización de una muy pícara Despina lograda por Justyna Stepien. Ésta encontró el contrapunto idóneo en un sobrio Don Alfonso encarnado, lejos de frivolidades innecesarias, por el bajo Andrej Klimczak.

A partir de ahí, la trama avanzó inexorable hasta ese final apoteósico en el que los seis magníficos y jóvenes cantantes resolvieron la inmensa charada ideada por Mozart y da Ponte.

En cuanto al foso, la Sinfonietta dirigida por Rubén Silva estuvo muy acertada. Los cerca de treinta y cinco músicos mantuvieron el tono en todo momento y aportaron un ritmo acertado a la representación. La sección de viento madera estuvo tan dulce como Mozart la hubiera querido mientras que las cuerdas brillaron, por ejemplo, al imitar los latidos del corazón de Dorabella en el dúo 'Il core vi dono'. Mención especial para el clavecín (interpretado por Violetta Labanow), cuyas entradas fueron precisas y milimétricas.

Al margen de las lagunas iniciales, la dirección de escena de Ryszard Peryt supo resolver los complicados finales de acto con movimientos dinámicos y cruzados de los seis actores. Como es habitual en la compañía, el vestuario mostró riqueza y colorido.

Por último, en el escenario compuesto de columnas y unas ventanas fundamentales para el juego de equívocos, únicamente echamos en falta un elemento del libreto original: en "Cosí", Mozart alterna las escenas de interior con las que tienen lugar en un jardín al lado del mar. Si el genio de Salzburgo lo quiso así, por algo sería (la vida galante del s. XVIII se desarrollaba en gran parte en los jardines). Creemos que unos sencillos telones o incluso un juego de luces hubiera bastado para reproducir ese elemento del libreto. El descuido del escenario es una tendencia generalizada en las representaciones operísticas actuales (imaginamos que por el coste que supone o para agilizar la representación evitando interrupciones).

No obstante, "este descuido" no empaña la excelente versión de "Cosi Fan Tutte" ofrecida por la Sinfonietta y la Orquesta de Cámara de Varsovia, de la que reproducimos el maravilloso sexteto 'Dammi un bacio, o mio tesoro' con el que concluye el Acto I, interpretado a coro por los seis actores solistas.