Imagina que te despiertas con la aterradora sensación de que unos extraños símbolos que recuerdas vagamente como números, carecen de significado. Descubres con asombro y terror que has perdido la habilidad de sumar o multiplicar; pero la pesadilla es peor al constatar que no eres tú sólo: todos hemos perdido la facultad de pensar en términos matemáticos.