De algunos apóstoles apenas se conoce su llamada. Leví (Mateo) es una excepción, pero de muchos otros, su vocación queda envuelta en silencio y discreción.
Dos de ellos, Santiago y Judas Tadeo, eran parientes del Señor, lo que añade complejidad: fe, familia y oposición. Su entorno los tachó de ilusos, incluso de seguir a un loco.
Jesús no lo puso fácil. Pero cuando ve fe firme, los acepta como discípulos.
✝️ También está Simón el Cananeo y el enigmático Tomás, ambos llamados con un simple pero poderoso “Sígueme”.
Y finalmente, el caso de Judas Iscariote: un comienzo prometedor que terminó en fracaso.