Jesús predica incansablemente, pero su fuerza no nace solo de la acción.
A lo largo del Evangelio, vemos cómo la oración es el verdadero motor de su misión.
🔹 Se levanta de madrugada para orar en soledad.
🔹 Su diálogo con el Padre es continuo, íntimo, total.
🔹 De esa unión con Dios, brota su poder para sanar, predicar y discernir.
Cuando todos lo buscan, Jesús responde con claridad:
“Vamos a las aldeas cercanas, para predicar también allí, pues para esto he venido.”
Su vida pública empieza, pero siempre unida al silencio de la oración.