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Sí, desde que empezó a trabajar allí como botones,habían ocurrido muchas cosas. Llegó primero a reportero deportivo, y luego ajefe de sección. Más tarde a subdirector. Y así continuaba. Míster Blattlehabía puesto en él toda su confianza… Mejor para míster Blattle. Creía mereceraquella confianza. Míster Blattle era el dueño absoluto del periódico. Y erabuena persona. Ya un tanto achacoso y falto de ideas modernas, pero para esoestaba él allí, llevando, como el que dice, toda la responsabilidad delperiódico. Pensó en la rubia y entornó los ojos. Una periodista neoyorquinavinculada, al parecer, a su periódico. Hermosa mujer. Muy hermosa, ciertamente.