La Guerra del Golfo fue un conflicto militar que tuvo lugar entre agosto de mil novecientos noventa y uno y febrero de mil novecientos noventa y uno, desencadenado por la invasión de Kuwait por parte de Irak. El dictador iraquí Saddam Hussein ordenó ocupar Kuwait el dos de agosto de mil novecientos noventa, alegando disputas territoriales y económicas. En realidad, Irak también buscaba controlar las vastas reservas de petróleo kuwaitíes para aliviar su propia crisis económica tras la guerra con Irán.
La comunidad internacional reaccionó con rapidez. Naciones Unidas condenó la invasión y exigió la retirada inmediata de las tropas iraquíes. A medida que Hussein se negaba a cumplir con las resoluciones, una coalición liderada por Estados Unidos, con el respaldo de países europeos, árabes y otros aliados, comenzó a preparar una respuesta militar.
La primera fase de la guerra fue una operación aérea masiva llamada Tormenta del Desierto, que comenzó el diecisiete de enero de mil novecientos noventa y uno. Durante semanas, la coalición bombardeó objetivos militares, infraestructuras clave y posiciones estratégicas iraquíes. Posteriormente, el veinticuatro de febrero, comenzó la ofensiva terrestre. En tan solo cien horas, las fuerzas aliadas lograron liberar Kuwait y expulsar a las tropas iraquíes.
Aunque la guerra fue corta y la victoria fue clara para la coalición, las consecuencias fueron complejas. Irak sufrió enormes daños económicos, humanos y materiales. Además, tras su retirada, las tropas de Hussein incendiaron más de seiscientos pozos petroleros en Kuwait, generando un desastre ecológico. A pesar de la derrota, Saddam Hussein permaneció en el poder, lo que llevó a años posteriores de tensiones, sanciones y bombardeos selectivos.
Para Estados Unidos y sus aliados, la guerra representó una demostración de fuerza y de capacidad militar global. También marcó el inicio de una presencia militar sostenida en la región del Golfo Pérsico, lo que generó críticas y descontento en varias partes del mundo árabe.
En resumen, la Guerra del Golfo fue un conflicto breve pero intenso, con una abrumadora superioridad tecnológica de la coalición. Dejó cicatrices profundas en Irak y en la región, sentando las bases para futuros conflictos y contribuyendo a la inestabilidad en Oriente Medio en las décadas siguientes. Fue también un punto de inflexión en la política internacional de la posguerra fría.