Armenia es un pequeño país situado en el Cáucaso Sur, entre Europa y Asia, sin salida al mar y rodeado por Turquía, Georgia, Azerbaiyán e Irán. A pesar de su tamaño reducido, posee una de las historias más antiguas del mundo. Fue el primer Estado que adoptó el cristianismo como religión oficial en el siglo cuatro, y su identidad nacional ha estado profundamente ligada a esa fe desde entonces.
La historia de Armenia ha estado marcada por continuas invasiones, ocupaciones y desplazamientos. Imperios como el persa, el bizantino, el árabe, el otomano y el ruso dejaron su huella en el país. Sin embargo, uno de los momentos más trágicos fue el genocidio armenio perpetrado por el Imperio Otomano en mil novecientos quince, en el que murieron más de un millón de armenios. Hasta hoy, muchos países y organizaciones internacionales lo reconocen oficialmente como genocidio, aunque Turquía lo niega.
Tras formar parte de la Unión Soviética durante gran parte del siglo veinte, Armenia recuperó su independencia en mil novecientos noventa y uno. Desde entonces, ha tratado de avanzar hacia un sistema democrático, aunque con muchas dificultades internas, como la corrupción política y los conflictos con sus vecinos. El más destacado es el conflicto de Nagorno Karabaj con Azerbaiyán, una disputa territorial que ha provocado guerras, desplazamientos masivos y tensiones internacionales.
A nivel cultural, Armenia destaca por su alfabeto único, creado en el siglo quinto, su arquitectura religiosa medieval y una tradición musical y literaria muy rica. La capital, Ereván, es una de las ciudades más antiguas del mundo continuamente habitadas, y hoy combina una vida urbana moderna con vestigios históricos.
La economía del país es modesta y depende en gran parte de las remesas del exterior y del comercio con Rusia e Irán. Las sanciones internacionales, la posición geopolítica y el aislamiento por parte de Turquía y Azerbaiyán dificultan su desarrollo económico. No obstante, el país ha mostrado cierta resiliencia, apostando por la tecnología, el turismo y la exportación de productos como el brandy o la joyería.
En definitiva, Armenia es un país pequeño en territorio, pero inmenso en historia, cultura y simbolismo. Su lucha por mantener su identidad en medio de adversidades constantes es uno de los relatos más impresionantes del panorama internacional actual.