En el fascinante universo de la mitología griega, pocas figuras inspiran tanto terror y curiosidad como la gorgona Medusa. Ella era una de tres hermanas gorgonas, pero la única mortal, célebre por su cabellera de serpientes y, sobre todo, por su mirada mortífera que convertía en piedra a cualquiera que la encontrara directamente. Según algunas tradiciones, Medusa no siempre fue un monstruo; se la describe como una mujer de extraordinaria belleza, cuyo cabello era especialmente hermoso, hasta que fue transformada por Atenea como castigo por haber sido violada por Poseidón en el santuario de la diosa. Su destino cambió dramáticamente a manos del valiente héroe Perseo, quien, con la crucial ayuda divina de Hermes y Atenea, y equipado con objetos mágicos como sandalias aladas, un zurrón y un escudo pulido para ver su reflejo sin mirarla directamente, logró decapitarla. De la sangre derramada de su cuello nacieron el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor, y su cabeza, aún poderosa, se convirtió en un atributo de Atenea, que la llevó en su égida.
