En este episodio comparto una breve reflexión sobre la unidad, esa verdad profunda que muchas veces olvidamos mientras nos perdemos en los pensamientos —como peces que cruzan nuestra mente sin cesar. Nos centramos tanto en lo que se mueve, que dejamos de sentir el océano que lo contiene todo. Ese océano es Dios, la conciencia, la totalidad de la que nunca hemos estado separados. Y aún cuando lo recordamos, muchas veces no nos atrevemos a vivirlo, a romper las barreras ilusorias del yo separado. Esta es una invitación a mirar hacia dentro, a soltar por un momento las formas, y a sumergirse en lo que realmente somos.