Satanás es enemigo de Dios y por lo consiguiente, los hijos de Dios también son sus enemigos. Como Satanás no puede tocar a Dios, intenta causarle dolor por medio de atacar a Sus hijos. El día en que nosotros recibimos a Cristo como nuestro Salvador, hubo fiesta en los cielos. Pero los demonios de Satanás se estremecieron de dolor y desesperación y ahora su responsabilidad es de no permitirnos crecer espiritualmente. Nos atacarán para que no ayudemos a otros conocer a Cristo Jesús. Harán todo lo posible por arruinar nuestro testimonio para que seamos un estorbo al evangelio de nuestro Señor.