Un día llegará el fin de nuestra vida en esta tierra. Para entonces, deberemos salir al encuentro de Jesús para entrar con él en la fiesta eterna, para disfrutar de su presencia, de su amor infinito, de la alegría sin límites. Jesús, mediante la parábola de las jóvenes necias y prudentes, nos hace ver la necesidad de crecer en lo que no se ve, en el amor de Dios, que no se improvisa y se manifiesta en el servicio a los demás. Ojalá tengamos la voluntad decidida para ayudar a los demás, gastarnos, para entrar en la vida eterna.