El perdón, como concepto, puede relacionarse con muchas cosas diferentes. Con la culpa cristiana, quizá, o con la necesidad de perdonar a nuestros padres cuando crecemos porque empezamos a verlos más como personas y menos como padres. También puede vincularse con el rencor, o con la urgencia de perdonarte a ti misma en un intento de ser una persona gestionada, o incluso con la negación a disculpar al chico que te ha hecho la vida imposible y por el que llevas sin ducharte tres semanas. En el segundo capítulo de Maldita Sea hablamos de todos los tipos de perdón, y no lo hacemos precisamente con la boca pequeña y estando cabizbajos porque pensamos que, si alguien pide disculpas de esa forma, lo más probable es que no tengáis que perdonarle.