Hoy quiero invitarte a viajar conmigo en el tiempo. Vamos a indagar en el descubrimiento del té. ¿Leyenda o historia real?
Viajemos primero a la antigua China, alrededor del año 2750 antes de Cristo. Ahí reinaba el emperador Shen-Nung, conocido como "el labrador divino", porque se le atribuye la enseñanza de la agricultura al pueblo chino.
También se dice que tenía un gran interés en experimentar con plantas, frutas, flores, hierbas y arbustos. Shen nung era un gran alquimista! escribió el tratado Clásico de la materia médica de Shennong (el Shennong Ben Cao Jing) un tratado que compila información sobre la agricultura y plantas medicinales, y ahí, ya en aquella época, describía el té como una hierba medicinal. Decía: “El té apaga la sed, reduce las ganas de dormir, alegra y aviva el corazón”.
La leyenda cuenta que, un día, Shen-Nung descansaba bajo un árbol mientras sus sirvientes hervían agua en un cuenco como era costumbre en esa época para purificarla. De pronto, el viento hizo que unas hojas de ese árbol cayeran dentro del cuenco del emperador. ahí Shennung sintió el aroma de esa pócima y se sintió revitalizado, después se animó a probar el brebaje y quedó sorprendido: la bebida era refrescante y lo hacía sentirse más despierto, y con la mente enfocada.
Así que se cree que el arbol debajo del cual estaba sentado Sennung era el arbol del té. Así, según esta tradición, nació la costumbre china de beber té.Más allá de la veracidad de esta historia, lo importante, creo yo, es el mensaje: el té como un regalo de la naturaleza, como un aliado para mantener la mente enfocada y el cuerpo vital.
Ahora viajemos al Japón del siglo VI de nuestra era. Ahí encontramos otra leyenda muy distinta pero igualmente fascinante.
Cuenta la leyenda que en el año 520 d.C., Bodhidharma, el vigésimo octavo patriarca del budismo y fundador de la forma Chán, ( o budismo zen en Japón) viajó desde la India a China para predicar esta filosofía, y un día decidió sentarse frente a una pared para meditar durante nueve años. Pero una noche, vencido por el cansancio, se durmió y, cuando despertó, se enfureció por haber cedido al sueño, y se cortó los párpados para no volver a cerrar los ojos nunca más, arrojándolos al suelo. De ahí brotó la planta del té. Y fue gracias a sus hojas que Bodhidharma y los monjes pudieron mantenerse despiertos en la meditación.
Aunque los chinos dicen que el cuerpo sin vida de Bodhidharma descanda en el Templo Shaolin de la provincia de Henan, China, los japoneses aseguran haber visto el espíritu de Bodhidharma deambulando por los templos budistas de Japón.
Este mito, aunque duro y simbólico, nos transmite una idea poderosa: el té como camino hacia el descubrimiento interior, como puente entre el cuerpo que se cansa y el espíritu que desea despertar.
Ahora seguramente te estés preguntando: ¿qué hay de cierto en estas historias? La realidad es que son leyendas muy sostenidas en el ámbito académico pero son eso: leyendas. No están documentadas.
Los documentos históricos que llegaron a nuestro tiempo nos muestran que el té ya se utilizaba en China, al menos desde el siglo II antes de Cristo, como medicina y para favorecer la concentración. En textos médicos de la época aparece recomendado para la digestión, para la vitalidad y para mantener la mente despejada.
Y en el siglo 8, durante la dinastía Tang, aparece una figura clave: Lu Yu, conocido como el santo patrono del té, porque escribió su famoso Libro sagrado del té, considerado el primer texto dedicado exclusivamente al té. En su libro de tres volúmenes Lu Yu desarrolló su conocimiento sobre el cultivo de la planta, los métodos de cosecha, los pasos para la correcta preparación del té y hasta definió la ética y la estética adecuadas para beberlo. Gracias a Lu Yu, el té dejó de ser únicamente una medicina y pasó a convertirse en una bebida cultural, espiritual y estética, dando los primeros pa...
Victoria Bisogno ❤️☕️
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