El Señor empieza las despedidas aunque aún lleva sólo El en su Corazón la inminencia de su entrega. Con dolor dirá que uno de ellos le entregará, y con más dolor al pensar en su desesperación que le llevará a quitarse la vida al no reconocerle Dios de Misericordia. Supliquémosle al Señor la humildad de reconocer que sin El no podemos, que necesitamos su gracia y que estamos aquí, para dejarnos reformo por El