¿Si les dijera que con una libra esterlina puedes comprar una escudería campeona de la máxima categoría del automovilismo, me creerían? Pues eso sucedió en el año 2009. Un año en el que un hombre logró resucitar a un equipo en la lona y convertirlo en ganador ante todo pronóstico para después venderlo logrando uno de los negocios más redondos y exitosos en la historia del deporte. Un oasis en una categoría que suele ser dominada por los mismos equipos y los mismos pilotos.
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