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TESTIMONIOS DE MARIANO SARDANS Y ENRIQUE SZEWACH

El experimento monetario de colocarle bonos a los bancos para financiar al Estado me parece una medida poco atinada en momentos que el sector privado necesita, más que nunca, financiamiento ante la caída de actividad económica.

Liberar encajes en pesos y colocar en su reemplazo bonos del gobierno nacional que está en cesación de pagos, no me parece que ofrezca garantías a la enorme masa de depositantes que llevan sus ahorros a las entidades financieras.

La mayor inyección de pesos en el mercado, lejos de ayudar al Tesoro Nacional que es el que busca financiamiento, puede terminar perjudicándolo, ya que es muy probable que esa masa de dinero fluya a convalidar subas de precios o aumentos del dólar.

Esa loca manía de querer pesificar o desdolarizar los ahorros de la población, va en contramano de lo que el mercado vota todos los días, acopiar dólares. Lo que digo se verifica en la cotización cotidiana del dólar Bolsa, “contado con liqui”, blue o la denominación que quiera utilizar.

Es probable que en el corto plazo el dólar descienda, si es que una serie de medidas intervienen la libre circulación de la divisa entre las carteras de los Fondos Común de Inversión (FCI), ya que se realizarán canales y diques de contención para que toda la liquidez se concentre en pesos, pero la naturaleza busca atajos, y tarde o temprano los ahorros vuelven al dólar.

El hornero del billete de $1.000 vuela en busca del billete verde; mientras dure la desconfianza la migración de pesos a dólares continuará. Los próximos capítulos lucen más atractivos y volátiles que los que ya hemos visto desde que este Gobierno llegó al poder.