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A cuatro días del cierre del canje de la deuda el semblante de los principales jugadores del “póquer del mentiroso” no deja percibir ningún desenlace concreto. Sin embargo, entre los especialistas internacionales, en este tipo de negociaciones, dada la brecha existente entre las aspiraciones oficiales y los deseos de los acreedores, cada hora gana más adeptos cierto consenso en que la alternativa de un “standstill”, o pacto de no agresión, será la válvula de escape para evitar el default

Tanto los bufetes legales de Manhattan, Londres y Chicago, las conference calls entre acreedores hasta el “relojeo” de cartas entre consultores y expertos académicos han cesado el armado de árboles de decisión acerca de los posibles niveles de aceptación que puede lograr la propuesta argentina. Los números, más o menos, ya están, salvo alguna sorpresa del calibre de un cisne negro de última hora. Las distintas variantes diseñadas por los asesores legales y económicos de los bonistas muestran que para el Gobierno lograr el nivel de aceptación necesario para seguir adelante con la estrategia expuesta será por demás complicado.

Sin embargo, para los extranjeros sigue firme y ponen el ejemplo de Ecuador que en unos pocos días logró organizarlo. Claro que la actitud del Gobierno argentino debería encuadrase hacia esa alternativa. Y hoy no parece ser el caso, según los dichos del ministro de Economía, Martín Guzmán y del secretario de Finanzas, Diego Bastourre. Quienes están cerca de los acreedores creen que Argentina no aceptó esta opción porque no terminan de entender que su capacidad de negociación es muy baja. La lectura de la situación ha sido errónea, según ellos. Por eso apuestan a que, estando entre la espada y la pared, la dirigencia política entenderá que se está muy cerca de un duro fracaso y lo mejor sería hacer una pausa y barajar de nuevo.

La opción “standstill” siempre es mejor tenerla conversada, así piensan los expertos, pero cuando las balas resuenan cerca todo vale. En estas horas, los acreedores ven que si se descarta esta alternativa, los únicos caminos posibles para el Gobierno serán declarar el default y comenzar un proceso muy litigioso o bien, pagar los vencimientos y mantener la deuda al día por unos meses, esperando una mejora en las condiciones de mercado. En este contexto, cabe recordar que, incluso en el 2005 cuando Argentina consiguió el 75% de adhesión, nunca se le reabrió el acceso a los mercados de capitales. Solo operaciones con títulos Boden, como hubo con Venezuela, o los pagos que se hicieron por YPF. De modo que no es un tema menor, la resolución ni como se resuelva este problemón