Salió publicado en el Boletín Oficial el decreto de necesidad y urgencia que crea el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción para empleadores y trabajadores afectados por la emergencia sanitaria por el avance del coronavirus.
El programa consistirá en la obtención de uno o más de los siguientes beneficios: Postergación o reducción de hasta el 95% del pago de las contribuciones patronales al Sistema Integrado Previsional Argentino; Asignación compensatoria al salario para todos los trabajadores en empresas de hasta 100 empleados; Asistencia por la emergencia sanitaria para los trabajadores en relación de dependencia del sector privado en empleadores que superen los 100 empleados (la prestación por trabajador tendrá un mínimo de $6000 y un máximo de $10.000); y acceso a una prestación económica por desempleo (Sistema integral de prestaciones por desempleo).
Todos hablan de todos, pero solo se oyen. Nadie escucha. La primera fase de la epidemia sorprendió con un presidente, Alberto Fernández, que asumió claramente el liderazgo de la crisis. Tomó decisiones sanitarias, como una dura cuarentena, que otros países demoraron en tomar y les está yendo muy mal. Le habló a la sociedad no como un político cualquiera, sino como un hombre común, que es lo que se propone ser. La sociedad se lo reconoció. El Presidente tiene hoy una imagen positiva que oscila entre el 60 y el 70 por ciento, según las distintas encuestadoras. No había llegado a esos números ni cuando accedió al poder, que es el instante de epifanía de cualquier presidente.
Las cosas se complicaron en los últimos días, cuando la crisis sanitaria se trasladó a la economía. Ese traslado era inevitable. Si la sociedad debe permanecer en casa y los comercios y las fábricas deben cerrar, ¿qué otra consecuencia se puede esperar si no la parálisis de la economía? El letargo de la economía significa mucho más que los números o porcentajes que establecen los economistas. Significa que las empresas empiezan a sentir un ahogo insoportable, que los trabajadores (aun los que cobran) perciben el temor de perder sus empleos y que los que trabajan en la informalidad han visto derrumbarse sus ingresos. Describir esa situación no significa que deben levantarse los controles de la cuarentena, que es, hasta ahora, el único remedio probado que hay en el mundo. Manifiesta, en cambio, que los conflictos de la epidemia no se agotan en la grave peripecia sanitaria, sino en un mosaico más amplio de problemas, que incluyen la economía actual y la futura.
Cavallo predijo las "agudas" consecuencias económicas de la pandemia en ARGENTINA
Si no se adoptan reformas claves en la organización económica, los desequilibrios adicionales a los que ya existían antes del coronavirus, pueden comprometer seriamente el futuro de nuestra sociedad.. MERCADOS: Acá estamos. La crisis -como todas- pasará. Es importante estar atentos a su evolución para saber cuándo se retirará y poder tomar las mejores decisiones de inversión.
Muchos podrán aprovechar el rebote…