Me gusta abrir mi buzón, sorprenderme cada día con las cartas que me escribe la vida, aquellas que me susurran al oído pensamientos de alegría ...
He leído cartas cortas, largas, con manchas, con dobleces, tachones y partes rotas, las cartas que me ha dado la vida han sido preciadas y las he guardado en el archivo de mi corazón.
Cartas de odio, cartas de tristeza, cartas de impotencia, cartas de amor, cartas de ilusión y esperanza, cartas de soledad y cansancio, cartas de gritos desesperados y cartas de las más grandes y hermosas sonrisas, cartas de vida y cartas de muerte.
Cada día voy al buzón y espero con ansias la carta del hoy, una foto, un dibujo, una silueta, un fragmento de palabras que me den aliento y hasta el día de hoy, me sorprendo, Dios ha escrito cada palabra de manera cuidadosa, con tinta permanente que me tatúa en los recuerdos cada una de ellas.
Aprendí a leer, no sólo en la mente, sino en voz alta, aprendí a leer y a vivir lo que leo, pues es mi historia, no es un juego, he aprendido a leer corrido y rápido cuando hay que hacerlo, a respetar las comas y los puntos que marca la vida, aprendí a identificar los protagonistas de cada carta y amarlos a su manera, cada día, un sin fin de personajes, un mundo de lugares, miles de fragmentos de recuerdos que atesoro en mi mente, aprendí a narrar mi historia, a darle sabor a mis palabras, cada vez que leo una oración la disfruto y la siento con el corazón, es mi vida, es mi historia, no es un juego, así que leo cada carta con amor y apego, leo inspirado, me agrado y me apasiguo, espero en las oraciones crudas y oscuras, con nudos en la garganta y lágrimas en los ojos paso por las tristes, me detengo en las alegres y las repito varias veces, las disfruto cuál dulce miel en el paladar.
Observo las cartas, analizo cada palabra, algunas de ellas muy filosas, tanto que rasgan mi corazón, otras muy dulces y empalagosas, algunas muy crudas y frías, otras demasiado sencillas y humildes, cada palabra la disfruto e intento entender y aprender en toda su extensión. Me gusta admirar el diseño de la carta, a veces gris a veces blanco, con puntos, con dibujos, con postal o sin ellas, cada estilo con una esencia inolvidable.
Al final de cada día me gusta responder las cartas, le escribo a Él, al autor de mi vida, a quien con Amor me escribe, le respondo con alegría a veces triste, otras ocasiones rudo y con enojo, y su respuesta siempre es apacible a mi corazón, siempre es fiel y nunca juzga mi respuesta, no mira mi condición sino que me afirma en su mano y escribe otra carta, con tinta sella sus promesas, me lleva al preámbulo de su existencia y me transporta al oasis de su abundancia, me quedo atónito leyendo sus promesas y también me pierdo en sus mandatos, cada día descubro cualidades de su Ser, cada día me sorprende su belleza, no estoy seguro de haber leído todo sobre Él, pero en cada carta me da pinceladas de su esencia, me enamora y me lleva al punto de perderme, me pierdo en sus palabras y cada día le pido con anhelos más muestras de su Amor.
Me gusta abrir mi buzón y leer aquellas cartas de amor...