Él se llevará tu culpa si se lo pides. Todo lo que aguarda es tu petición. Las palabras del ladrón bastarán. "Nosotros... recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo... "
Nosotros estamos equivocados. Él tiene razón.
Nosotros pecamos. Él es Salvador.
Necesitamos gracia. Jesús puede darla.
Así que pídele: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino".
Y, cuando lo hagas, Aquel que habló entonces hablará de nuevo.
"Hoy estarás conmigo en el paraíso".