Si nuestro compañero de trabajo es ascendido a otra posición laboral, nos enojamos y decimos ¿por qué el y no yo? llevándonos a resentir el éxito de los demás hasta el punto de cuestionar a Dios. Pero déjame decirte que Dios se complace en nuestra prosperidad. La pregunta es, ¿estas haciendo su voluntad?